Humberto Pulpérez, profesor en un secundario de una pequeña ciudad universitaria cercana a Barcelona, es un sociópata incapaz de comprender a sus alumnos, a sus compañeros o a sus superiores. Su atención se desvía invariablemente de lo evidente hacia los pequeños detalles irrelevantes para la mayoría.
Autodidacta caótico y odioso, machista y ególatra, nos narra en primera persona, en un registro entre la erudición extravagante y la charla de psicoterapia plagada de lapsus freudianos, su percepción del entorno. Un entorno que se verá espectacularmente alterado por la aparición de un cadáver en el instituto.
El equilibrio mental de Humberto, siempre frágil, se tambalea y está a punto de naufragar pero, arrastrado por las circunstancias, nuestro protagonista entra en un frenesí investigador no exento de brillantez. Por una vez, su fijación por el detalle podría serle útil; aunque quizá le cause incluso más problemas que sus clases. Al igual que estas, ocasionalmente salvadas por una chispa de genialidad inesperada, su investigación, basada en el error constante y el malentendido social, llega a la verdad de manera oblicua y poco profesional, pero efectiva. Una novela minimalista políticamente incorrecta.