"No podría contar nada de mi vida que fuera realmente interesante. Y si lo contara, serían puros inventos. Creo que empecé a escribir historias de lo puro aburrida que era mi vida, pero eso también sería otro invento. Tuve una infancia relativamente feliz, si bien a la sombra de un dictador, si bien a la sombra de una ignorancia provinciana que nos decía que éramos el centro del mundo cuando afuera nadie nos conocía. Comencé a crear mundos fantásticos casi con mis primeros dibujos, y debo decir honradamente que desde entonces nunca paré. La mano se me hizo más firme, las letras más seguras. Mi conocimiento del mundo y su mal llamada realidad crecieron, pero en lugar de meterme en vereda, me forjaron más las ganas de viajar a esos mundos alternos, donde la belleza, el poder y el prestigio, es decir las cosas relativas, cambian de maneras impredecibles; mientras que lo justo y lo bueno, es decir las cosas permanentes; permanecen. De niños creemos que todo es posible; que una espada en la roca hace un rey y una vara abre el mar en dos para que un pueblo corra hacia la libertad. ¡Pero cuidado! También tenemos de niños una innata noción de lo justo y lo bello, de lo que es realmente valioso y permanente, y lo que no lo es. Luego una voz de plomo empieza a susurrarnos que ya es hora de "dejar las fantasías para dedicarse a cosas serias", y al escucharla no solo se atrofia esa virtud creadora, lo que ya es grave, sino que se atrofia ese sentido esencial de la vida, convenciéndonos con su rebuzno de sirena que un auto, ropa elegante y una cuenta bancaria nos protegerán de los lanzazos del destino.
Si algo sé del destino es que estamos parados sobre un papel mojado. Me pongo de ejemplo (después de todo, esta página es sobre mí). Era un buen estudiante universitario, inteligente y criticón, luchaba por terminar mi carrera, pero antes de poder terminarla, terminó la universidad. ¡La cerraron! Luego, al intentarlo por segunda vez, estando ya con la mano estirada para coger el título, mi padre falleció y tuve que salir a la calle a trabajar. Con lo aprendido en ambas carreras, armé una especie de oficio para subsistir. Entretanto, terco cual corcho sobre el agua, seguí luchando por el arte, juntando fuerzas con otros tan tercos como yo para sacar proyectos conjuntos. Sembré teatro y coseché censura, inicié con otros amigos un proyecto de superhéroes, y dejamos de ser amigos. Mientras, Yinoim me observaba desde su Llanura con ojos de decirme "¿y cuándo?". Entonces, retomé la vieja historia que había llenado mi solitaria adolescencia, y descubrí que, como los buenos vinos, había madurado en el fondo del barril hasta volverse un licor de guarda. Mismo licor que ahora ofrezco, convenientemente embotellado en literatura.
¿Vale la pena escribir mitos en esta era tan saturada de realidades? Si algo me ha enseñado mi experiencia de adulto es que cada asno que opina cree conocer "la realidad", mientras que esa misma tan mentada realidad, goza jugando con nuestras convicciones tan serias y aterrizadas sobre lo que es real. "Señor, la naturaleza es una hipótesis" dijo una vez un gran pintor, no me pregunten quién. Lean cualquier revista científica y verán como a cada momento nuevos descubrimientos sacuden hasta la base eso que llamábamos realidad. Lean cualquier revista política y verán cómo cambia la realidad según el partido que represente. Si hay algo realmente real es que la vida es un infinito misterio, un maravilloso misterio que todos tenemos derecho a descubrir."