La humanidad no se divide entre hombres y mujeres, sino entre los que pasivamente se resignan y los que tienen la dignidad de revelarse ante la intolerancia y los atropellos. Los héroes modernos son aquellos que no condescienden a la arbitrariedad ni a los prejuicios.
Pero para concitar respeto y admiración, estos héroes necesariamente deben ser hombres, porque si resulta que son mujeres, las cosas no parecen tan sencillas. A las mujeres no se les perdona defender sus fueros, por más derechos que se les reconozcan en los códigos y en los discursos de ocasión. Ellas solamente deben asentir, sonreír, hacer silencio, no molestar con sus problemas.
Cuando uno avanza en las páginas de esta valiente y amena novela, comprende que todavía queda mucho camino por recorrer en el campo de la igualdad de derechos. Comprende, también, que una de las funciones de la literatura es hacer visible lo que ocurre en la vida real.
Un libro impactante que encierra una gran lección de vida.
Polverini ha creado un monólogo vibrante, concebido como un ovillo de lana del que el lector deberá tirar hasta el final.
