Jorge Ballario reside en la Argentina. Es psicólogo, psicoanalista y técnico universitario en Dinámicas Grupales. Participó de numerosos cursos y seminarios, asistió a congresos nacionales e internacionales. Es autor de tres libros: Las imágenes ideales, Las ventanas del deseo y Mente y pantalla. Colabora con el diario Página/12 y con el periódico El Otro (ambos de Buenos Aires), con diversos sitios de Internet, como ser psicoactiva.com, ciudadpolitica.com y cpolitica.com, entre otros, y también con varios medios gráficos de Córdoba, con lo que totaliza hasta hoy más de un centenar de artículos suyos publicados.
Las ventanas del deseo está dirigido al lector común.
Apunta a rescatar la subjetividad humana y, principalmente, el "sentido vital", es decir, la fuerza singular que nos conduce por el mundo. Al motor fundamental de la conducta del individuo, que es básicamente inconsciente, lo denominamos deseo. A lo largo del recorrido propuesto, intentaremos entreverlo. Este libro es una invitación a recorrer nuestra subjetividad. Para ilustrar este pasaje utilizaremos una serie de recursos: desde las herramientas que nos aporta la psicología hasta la comparación entre el funcionamiento del programa Windows y el de una mente humana. Precisamente, la fascinación por la informática no es otra cosa que la fascinación por nuestros propios procesos mentales -cuya excelencia y sutileza es tal que casi no podemos contemplarlos- proyectados en los medios tecnológicos.
Nuestras potencialidades, o nuestros recursos mentales latentes, al igual que las herramientas informáticas, esperan ser activados para que procuremos obtener lo deseado.
Si la PC fascina tanto, es paradójicamente por su "defectuosidad". Veamos: el hecho de que se noten los procesos, que se vean y vislumbren todos sus aspectos parciales: las ventanas, las indicaciones, los programas, las señalizaciones, los íconos, las instrucciones, etc., todo eso hace a la fascinación. Por consiguiente, la computadora nos deslumbra precisamente por su condición defectuosa, dado que en ella se pone en evidencia todo lo que en la mente humana nose nota. En efecto, no podemos fascinarnos de nuestra propia mente, justamente por su escasa visualización, o sea, por su excelencia. De manera irónica, la imperfección de la computadora facilita la seducción, al posibilitar la "visualización proyectiva" de lo mentalmente invisible en su pantalla.