Después de la caída de la humanidad, el hombre entró en un sueño cada vez más profundo que le hizo olvidar completamente la realidad espiritual que disfrutaba en el Paraíso. Se acabó la unidad en que se encontraba; en adelante, ya nada sería igual. Fue cayendo en la inconsciencia del "no ser". Lo que era realidad se convirtió en imagen.
Así, el hombre comenzó a hacer torres para llegar al cielo. Perdió el rumbo, perdió su identidad, su sentido de pertenencia, su sentido de seguridad, su sentido de significado; dejó de ser alguien para sentirse un don nadie. Comenzó a buscar la libertad, pero cayó en la esclavitud de sus pasiones desordenadas. Buscó el amor, pero por su propia ignorancia cayó en la lujuria y en la decepción. Buscó la verdad que él concibió en su estado de inconsciencia, pero cayó en la frustración. Buscó la justicia con desesperación, pero se confundió y cayó en la crueldad de sus emociones y de sus culpas.
Convencido pues, de que el conflicto en que estamos metidos es de orden espiritual, el propósito fundamental del autor fue el de cruzar las actividades que nos mueven, provenientes del mundo fenoménico, con la influencia que vamos recibiendo del mundo espiritual.
"El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios porque para él son locura. Habrá que entenderlas espiritualmente".
Algunos interrogantes surgidos son los siguientes:
¿Serán lo mismo realidad y verdad? ¿Se puede fabricar una verdad con el pensamiento? Creer en la verdad ¿hace que ella sea verdad? ¿O ella, es, por sí misma, verdad? Si usted no cree en la verdad, ¿seguirá ella siendo verdad? ¿Cuál sería mi identidad verdadera? Entonces, ¿quién me dijo a mí que yo soy yo?
Este libro fue escrito inspirado en la vida de Cristo.