Es un artista patagónico descendiente de españoles que un día decidió también grabar su piel y su alma con la experiencia de la emigración. Sus orígenes laborales pertenecen a la educación física, aunque con los años su vocación docente tomó otro rumbo: las bellas artes y la literatura. Junto con su formación académica, desarrolló también una considerable capacidad autodidacta.
Es un análisis reflexivo de los lazos que unen ambos países desde una óptica histórica, sociológica y cultural. El autor parte de su propia experiencia y se basa en los géneros narrativos, epistolar y poético para transmitir un mensaje claro y optimista de lo que fueron y, sobre todo, de lo que deberían ser, las relaciones entre ambos países.
Relatos, cartas y poemas se entrelazan para formar un tejido armonioso e ilustrativo, lleno de luz y sentimiento, donde no faltan ni la autocrítica necesaria para iluminar ciertas "zonas oscuras" en dichas relaciones, ni las propuestas refrescantes para un futuro mejor. Doscientos años de convivencia es tiempo más que suficiente para superar prejuicios y tabúes. Por ello, este libro pretende ser un homenaje a nuestros antepasados, pero también un mensaje de ánimo para los jóvenes; un puente de unión y un canto de esperanza que devuelva el protagonismo a los emigrantes anónimos, al pueblo llano que forjó la grandeza de los dos países, al ciudadano de a pie que no figura en los libros de historia, pero que también la construye.