Aunque el autor acredita en su currículo licenciaturas universitarias y actividades profesionales que le han llevado a dirigir equipos humanos y a conocer gran número de países y culturas en todos los continentes, y sin menospreciar la experiencia que todo ello haya podido aportarle, valora no obstante más, por lo que concierne al contenido de estos ensayos, el hecho de haber sobrepasado ya los 65 años de edad, lo cual es título que permite al hombre, si para él no han transcurrido en vano los días, el empezar a entrever la realidad. El historial académico y la actividad profesional le han sido al autor de utilidad para ganarse el sustento pero la búsqueda de respuestas a las cuestiones que de verdad importan, algunas de las cuales se ensayan en la presentes páginas, requiere, además de lo anterior, la afición que el autor ha cultivado desde joven por bucear en todo cuanto la humanidad ha aportado a estas cuestiones empezando por los clásicos y sin olvidar las aportaciones de otras culturas relevantes.
La juventud, piensa el autor, tiene sus valores propios y los jóvenes son sin duda la esperanza de futuro para las sociedades; esto es algo que se proclama en voz alta todos los días y en todos los idiomas, pero lo que a menudo se olvida es que de los ancianos depende en gran medida el que esta esperanza no se malogre.