Académico por escritor y escritor por académico, Eric Miguel Ávila Ponce de León busca insertarse dentro de la mente literaria del corazón absolutamente enamorado. Como Dante entero frente a Beatriz, Sor Juana en los inigualables versos a su “Lisi” y la Agathe que Musil le pone a su Ulrich para plantear lo que no puede ser llamado más que una mística atea, este yucateco nacido en 1987 y por siempre orgulloso de su alma máter, la Universidad Nacional Autónoma de México, ha tenido sus propias experiencias personales que lo han llevado a reconocerse en el espíritu de todos los escritores que se dedican exclusivamente al tema del amor y sus derivados. Se dedica mayormente al estudio de autores de este tipo con vistas a sacar artículos sobre la antropología del amor literario que entraña, al tiempo que presta de su sentimentalidad personal para entrañar sus propios proyectos de creación, tal como lo proclamaron los Románticos. Cuando no está en esto, gusta de pasar el tiempo con su familia y amigos.
Se cree, generalmente, que “Dios es amor”. Pero ¿qué tal si invertimos la frase a “Amor es Dios”?
Este libro intenta responder a esta nueva posibilidad. Sin saberlo tal cual, pero actuando para corresponderlo, las parejas protagónicas de estos tres relatos se aman más allá de la razón –como cualquier místico cristiano podría afirmar– pero con la distinción de que el sentimiento trascendental es dirigido hacia sí mismos. ¿Se puede realizar este amor tal como se plantea o será su viva intuición imposible de conciliar al ser vedada su naturaleza “espiritual” por el carácter físico del cuerpo? Bajo influencia musiliana, pero desde tres sellos personales, el autor ofrece una serie de ideas propias y escenarios de su tiempo para continuar esta última investigación posible del corazón: ¿tiene límites el amor cotidiano?
