Alguien que, de momento -a sus 33 años-, no ha frenado su proceso natural de aprendizaje(*).
Hasta la universidad, cursó el ciclo normal en su país, repitiendo un par de años por lo interesante de la vida que se vivía con esa edad en ese curso, y la materia impartida. Participó, durante cinco años, en fuerzas de pacificación en conflictos bélicos internacionales, como miembro especialista de equipos de operaciones especiales. Practicó diversas y variadas artes marciales por más de 20 años, entre los que deben destacarse los siete de entrenamiento con Thomas Schmidt y su "Eterna primavera".
Amplió en los últimos años su formación en numerosas medicinas complementarias y milenarias, y ejerció como terapeuta de los más variados casos, utilizando como base terapéutica la inducción de estados de meditación profunda al simple contacto manual.
(*) La mayoría de las personas, desde que nace, inicia su proceso natural de aprendizaje con gozo y dedicando a ello todo su esfuerzo y energía; no hay más que ver al bebé cayéndose mil veces mientras trata de aprender a andar... y levantándose todas las veces y una más. Pasados los años, cuando ya se tiene control sobre los esfínteres y se puede caminar a la "pata coja", la mayoría considera que ya "sabe" manejar su cuerpo; otros no se quedan ahí y continúan mas allá, de forma natural, ampliando su capacidad corporal.
Con la mente de cada uno suele ocurrir lo mismo, en cuanto se conocen las palabras suficientes para comunicarse y satisfacer las propias necesidades se empieza a convertir el "aprendizaje natural" del conocimiento de la propia mente en algo arduo y, para algunos, hasta desagradable. En cuanto se aprende a mentir la primera vez, generalmente, ya se suele creer que se "sabe" manejar la mente. Otros no se quedan ahí y continúan mas allá, de forma natural, ampliando su capacidad mental.