Intolerancia, corrupción, inequidad, injusticia, desciudadanización, represión y violencia es el cuadro de riesgos que muestra, aún hoy, Venezuela.
El peligro del quiebre institucional y el recrudecimiento de la violencia no está ausente, se mantiene latente y en tránsito manifiesto en la medida en que los actores en conflicto no encauzan sus diferencias hacia un diálogo nacional. El espectro político se torna más complejo y las fuerzas intervencionistas foráneas justifican sus acciones en pro de la mal argumentada guerra contra el terrorismo. La crisis tiene una naturaleza social y política, mas no un tinte pro cubano ni de cambio hacia el socialismo. Lo que sí está demostrado es el agotamiento del modelo político que no funciona para las exigencias y necesidades de la sociedad venezolana contemporánea: los partidos políticos tienen una estructura organizacional piramidal, excluyente de la participación ciudadana y las instituciones están avaladas por decretos jurídicos, sustentados por la fuerza o la coerción.