Nació el 18 de julio de 1975 en Bilbao, País Vasco, España. Estudió en San Sebastián, donde se licenció en Derecho. Después de haber concluido una maestría en Cooperación Descentralizada, por la Universidad del País Vasco, a principios de 2004 se trasladó a Quito, Ecuador, donde ha vivido hasta principios de 2006, para desarrollar su actividad profesional en un organismo internacional. Con el corazón puesto en aspectos tan insignificantes como la sombra un lustrabotas, el grito de la selva, o el escándalo de las desigualdades sociales, su trabajo le sirve de pretexto para pasar revista a la realidad del país, con el que compartió una reflexión de dos años. y así hacer valer la frase de Naim Araide: "un lugar queda marcado sólo por aquel que lo ama". Es autodidacta en la poesía, pintura y fotografía. Él afirma que estamos determinados por el lugar de nacimiento, y eso constituye una razón de peso para ejercer la nostalgia cuando nos hallamos en cualquier parte, aunque del mismo modo, la reivindicación de ser uno mismo nos debe llevar hasta el último rincón del alma. Por su sangre corren torrentes de Aragón y Palencia. Así como el amor profundo por algunos exponentes de las tierras por donde ha viajado: el mar de Benito Lertxundi; los caminos de Antonio Machado; las balas de Federico García Lorca; el llanto de Enrique Morente. Sobre todo, el abrazo de una familia en los cañones del Sil, donde "o fin, pechase o círculo, ou quizás parece pecharse, dando a sensación do tempo que pasa cando, na realidade, somos nós os que pasamos e o que permañece é este anaco de tempo que chamamos Galicia.
En Nere Ekialdean, Aitor Arjol Bermejo traduce en poesía el último de sus latidos hasta el presente, desde uno de los corazones del continente latinoamericano, y prologado por Raul Perez Torres, uno de los escritores ecuatorianos más reconocidos.
Y lo hace con un recorrido a través de la palabra -la misma arma que le quedaba a Blas de Otero-, frente a la hipocresía ética y moral en que se ha convertido el nuevo siglo.