Es dentista. Escribe desde que estaba en el colegio secundario. Le apasiona la historia, especialmente la de los aztecas -herederos de la cultura olmeca a través de los toltecas y los mayas- y los acontecimientos estudiantiles de 1968 en Tlatelolco.
En la época de mayor esplendor de dos imperios separados por el mar se produjo el choque de dos culturas, y una floreciente civilización fue destruida.
Aquella derrota pudo haberse convertido en triunfo si sus creencias acerca de lo infinito y las fuerzas que lo gobiernan no hubieran impedido a los vencidos usar el poder de la magia contra la magia con la que fueron vencidos, una brujería desconocida en aquellas tierras traída por un esclavo negro. La magia con que hubieran resultado victoriosos fue provista por sus dioses decenas de siglos antes de salir en busca del águila sobre el nopal. Se trataba de una espada hechizada guardada especialmente para esta contingencia que, sabían, se iba a presentar. Pero un conflicto de intereses entre sus dioses la hizo caer en manos equivocadas, en las de aquellos que se alimentaban no solo de corazones, sino también de las energías sutiles de su pueblo y que guardaron aquel poderoso hechizo para manejar a su antojo el descontento de la gente sumergiéndola en la venganza y las ansias de reconquista con las consecuencias que aquello les acarreó, hasta el evento inesperado, cinco siglos después, que activó el hechizo y provocó un apocalipsis de sangre y fuego que se extendió por toda la nación. Una joven se abocó a revertir tal destino emprendiendo la búsqueda imposible de lograr, un conceso entre ella, un muerto y un espectro.