Acerca del libro
LA GRAN RECESIÓN EN UN OCÉANO DE LIQUIDEZ
En un mundo inundado de liquidez, con decenas de trillones de dólares dando vueltas alrededor del mundo y creando burbujas financieras e inmobiliarias, Estados Unidos y Europa se encuentran atrapados en una gran recesión que no logran superar.
En un desenlace como el previsto, los precios de las materias primas se desplomarían y volverían a aparecer los problemas de balanza de pagos en países ahora económicamente boyantes. Con el temor que desatará este desenlace, los capitales internacionales nuevamente retornarán a Estados Unidos bajo la premisa de que es la embarcación mayor la que enfrentará en mejores condiciones la tormenta. Esto desinflaría las burbujas bursátiles e inmobiliarias que aún se mantienen en gran parte de las economías emergentes, hasta ahora sin mayores problemas.
Dado que la raíz del problema económico mundial es el exceso de liquidez, originado fundamentalmente en Estados Unidos, su solución debe pasar, entonces, por eliminar ese exceso, mal usado ahora en inversiones especulativas.
Todo ello, sin embargo, requiere que el poder político se redefina o reoriente hacia una cultura política que privilegie los valores democráticos esenciales que generaron una sociedad igualitaria, y hacia una cultura económica que reconozca que es necesario devolverle el poder adquisitivo a la gran mayoría de la población, es decir, a ese 99% que es el principal perjudicado de la Gran Recesión, y sobre el que -en realidad- recae el poder de la recuperación, en la medida en que de él depende el incremento del consumo.
El principal obstáculo para ello es que en los últimos años se ha consolidado en Norteamérica un proceso de concentración económica y política en una élite que detenta todo el poder para seguir con ese proceso que atenta contra el crecimiento económico en la medida en que los recursos de que se dispone solo se dirigen a las inversiones especulativas y no a las inversiones productivas que son las que realmente producen crecimiento y desarrollo.
La dirección en contra de las enseñanzas de la historia que está tomando ahora la economía norteamericana no es percibida claramente por la mayoría de estudiosos y, menos, por los políticos, quienes aún no se alarman por la excesiva concentración de la riqueza en el 1% de la población y cuya evolución lógica, si no se toman las medidas adecuadas para encauzarla, desembocará en la pérdida del espíritu de empresa que caracteriza a sus habitantes, que en su mayoría se ven ahora empobrecidos y condenados a participar cada vez menos en los beneficios generados por su economía.