Julio vive en su mundo detenido, como el reloj que tiene en la pared, como todos los cuerpos de animales que lo rodean en su habitación y que él mismo ha embalsamado con sus propias manos, en el intento de frenar precisamente eso, el tiempo, y salvar así la belleza para que no se la lleve el inexorable ritmo de la descomposición.
Esconde un secreto, un suceso ocurrido hace un año y del que no es capaz de escapar. Pero las coincidencias, y circunstancias, de la vida, le darán otra oportunidad para poder redimirse.
Maite, cansada de ser la víctima del abuso de su marido, huye buscando un presente más estable. Pero el pasado la persigue y cada noche se manifiesta a modo de pesadilla. Aun así ella confía en las alas que su nueva libertad le da para volar, y que poco a poco irá sorteando obstáculos hasta dejar de ser quien fue para convertirse en May.
David es un adolescente que atraviesa la pubertad. Obsesionado con su primer amor, los videojuegos que en ocasiones confunde con la realidad y las drogas con las que flirtea, de la mano de Ismael, su único amigo, de quien es su Sancho Panza, una voz débil y cantarina que no logra atraer la atención de la gente a su alrededor. Vive con sus padres, quienes se limitan a observarlo desde la distancia, sin atraverse siquiera a abrir la puerta de su habitación.
Estos tres personajes, que habitan en el mismo edificio, son como islas en un archipiélago de soledades, y poco a poco el ritmo de la marea cruzara sus destinos trayendo consecuencias terribles e irreparables.
