Si la ventana del alma son los ojos, ¿qué pasaría si un día despertáramos y, al mirarnos al espejo, lo primero que viéramos es que estos, en esencia y color, han cambiado? ¿Pueden imaginarse la sorpresa y la angustia que sintió el protagonista de esta historia al darse cuenta de que sus ojos ya no eran los de antes? Para comprender este dilema, es necesario empezar a recorrer con él un oscuro camino. Así veremos paso a paso