En este libro "para todos y para nadie", Nietzsche presenta dos de los conceptos fundamentales de su pensamiento: el del eterno retorno y el del superhombre.
Con la ayuda de ellos, continuará su tarea de subvertir los valores decadentes de la cultura y proponer un destino humano mejor. "Mi misión" -anuncia- "es restituir al hombre, como propiedad y producto suyos, toda la belleza y sublimidad que ha prestado a las cosas reales e imaginarias, y hacer así su más bella apología. El hombre como poeta, como pensador, como dios, como poder, como piedad. ¡Oh, su magnanimidad regia con que ha enriquecido las cosas para empobrecerse a sí mismo y sentirse miserable! Esta ha sido hasta ahora su mayor "abnegación", la de admirar y adorar, y saber ocultarse que era él mismo el que creaba aquello que admiraba."
En esta obra, Nietzsche desarrolla una profunda crítica a la religión cristiana.
El autor sostiene que las enseñanzas de Jesús fueron distorsionándose con el paso del tiempo, hasta fracasar en la representación de la vida de Cristo. En este sentido, marca una clara diferencia entre el cristianismo, una deformación de los valores instintivos saludables, y el propio Jesús, a quien admiraba.