Kabir es un enviado divino, que acepta el sacrificio de sumergirse en las sensaciones de la carne para ayudar a los seres humanos.
Después de recibir un engaño amoroso, erige su ermita en las montañas, y allí es visitado por seis hombres que huyen de su pasado. Ellos se hacen sus discípulos, y el peregrino ermitaño va comunicándoles los secretos de la vida.
La verdad que sustenta el universo fluye como manantial de agua viva, para saciar con su belleza a todos los sedientos de amor.
En esta segunda parte de El peregrino ermitaño, luchan cuerpo a cuerpo, en el campo de batalla de nuestra alma, nuestra naturaleza humana y nuestra naturaleza divina. Y en esa inefable contradicción del ser humano, el hombre puede ser un ángel o un demonio. Y esa libertad es Dios: el gran maestro en el camino, que a través de escarpados senderos, nos guía hasta el reencuentro con nuestro ser verdadero.
Que las estrellas de la sabiduría atemporal de este Evangelio lleno de esperanza y belleza resplandezcan con sublimes destellos en el cielo de nuestra alma.