Lo hizo cuando, en su Curso de Filosofía Positiva, publicada en 1830, expresó: "Hace dos siglos, en que la acción combinada de los preceptos de Bacon, de las teorías de Descartes y de los descubrimientos de Galileo, hizo que el espíritu de la filosofía positiva comenzara a pronunciarse en el mundo en clara oposición al espíritu teológico y metafísico. A partir de este momento, las concepciones positivas se separaron por completo de la alianza supersticiosa y escolástica que más o menos desvirtuaba el verdadero carácter de todos los trabajos anteriores".
El primer error consistió en considerar que la mente humana operaba eliminando y reemplazando etapas anteriores sobre la concepción del universo y el hombre, en lugar de advertir que el desarrollo intelectual es un proceso acumulativo, fundamentalmente inconsciente.
El segundo, es el inimaginable desarrollo experimentado por la cosmología, la física cuántica y la genética, que ha implicado un altísimo grado de especialización en los investigadores y, como saldo negativo, una dispersión del conocimiento científico y la imposibilidad de lograr una visión unitaria del hombre y el universo.
Silabario para deletrear el universo y la manada humana es, tan solo, una modesta invitación a tratar de encontrar esa "concepción positiva" de que nos habla Comte, y, ¿por qué no?, hacer surgir el Comte del siglo XXI.